La ermita de San Juan de Rosuero

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Descripción

Se trata de una construcción de carácter popular, sin ningún rasgo que permita atisbar el momento de su construcción. Se mantiene en pie gracias al esfuerzo de los vecinos que hace unos años han restaurado la cubierta reproduciendo la armadura original.
Es un pequeño templo de planta rectangular y cubierto con armadura de madera a cuatro aguas. Es una de las tres ermitas con las que contaba el término de Santo Tomé del Puerto a mediados del siglo XIX, junto con las de San Roque, en Villarejo y la de San Sebastián (ahora Santa Ana) en La Rades. Según el Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico (1.845-1.850) de Pascual Madoz, es la única que no ha cambiado de nombre.
El acceso se realiza por el lado oeste, a través de una puerta con arco de medio punto cuyas dovelas quedan parcialmente ocultas por un sencillo porche de madera que se antepone a la entrada. Sus apoyos son de madera de enebro sobre basas circulares de piedra. A la derecha del muro, en el remate, hay un pequeño campanil con arco de medio punta sobre impostas y una cornisa dispuesta en forma de V invertida presidida por una rústica cruz de piedra. En el interior, de gran austeridad, un retablillo barroco dorado preside el presbiterio. Tiene una hornacina enmarcada y flanqueada por columnas estriadas y abombadas con capiteles corintios policromados. Sostienen un friso, también policromado, sobre el que se alza un frontón a modo de remate con una bola a cada lado. En la hornacina aparece la imagen del santo titular, san Juan Bautista. La devoción por el Bautista está muy difundida en toda la zona y aparece en muchos templos, un buen número de veces como titular. En esta representación aparece vestido como anacoreta con el bastón crucífero en la mano derecha y un libro con el cordero en la mano izquierda.
A los lados del retablo encontramos otras dos imágenes: El Santo Ángel y santa Catalina de Alejandría. La devoción por esta santa también es muy común en la comarca. En este caso aparece con la corona y la palma como signos de su martirio y, a sus pies, la cabeza del emperador Majencio, vencido por la sabiduría y constancia de la santa.


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