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Descripción
A Serracín se le considera un «pueblo negro» por el color de las pizarras que dominan en su caserío y en el empedrado de sus callejuelas. En acentuado contraste, se alzan los paramentos rojos y blancos del campanario de la arruinada iglesia de la Natividad.
Durante años, antes de pasar a formar parte de Riaza, Serracín fue el municipio independiente más pequeño de la provincia de Segovia. Lejos queda el siglo XVIII, cuando la población ascendía a 139 habitantes, dedicados principalmente a la labranza y al transporte de huevos y aves a Madrid.
Quizás por tanto abandono, ha conservado buenas muestras de la arquitectura negra, una de las tipologías más extendidas en ambas vertientes de la Sierra de Ayllón. Serracín es uno de estos pueblos asentados en amplias vetas de pizarra, utilizada para construir gruesos muros, tejados y pavimentos. Contrastando con el negro de la pizarra, en los vanos se suele usar piedra ferruginosa de tonos rojizos y violáceos, ya que al no ser quebradiza se puede labrar en forma de sillarejos y sillares. También se emplea para este fin la madera. Las casas tradicionales son muy humildes. Constan de una sola planta de forma rectangular. Se cubren con un tejado a tres aguas que sobresale de los muros formando grandes aleros. Se agrupan formando pequeñas calles que confluyen en la plaza, donde manan dos fuentes.
Cerrando un lado de la plazuela se alzan las ruinas de la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, recientemente consolidadas y dignificadas. Según don Teodoro García en su libro sobre el señorío de Ayllón, el templo fue construido en 1702 por un maestro llamado Juan Pérez.
Sólo queda en buen estado la espadaña, construida en tres cuerpos. El cuerpo inferior hecho en piedra roja es el muro que cierra la nave. Tan sólo se abre en él una ventana redonda. Sobre él se alza el cuerpo intermedio, con fábrica de sillares blancos. Tiene dos arcos doblados para albergar las campanas. Cierra el conjunto un frontón rojo con un arquillo central y rematado con pináculos blancos.