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Descripción
Es un templo de mediano tamaño construido en el siglo XVI. La ermita actual sustituyó a otra más antigua que existía junto al río Riaza, empleándose en su fábrica parte de sus piedras.
Se trata de un edificio sencillo, que consta de una nave con cabecera cuadrangular, siendo esta más alta. Se construyó en mampostería, reservando los sillares para reforzar esquinas, vanos y contrafuertes. La espadaña, situada sobre el hastial occidental es un sencillo arco de ladrillo. En ese mismo muro se abre una ventana redonda, quizás abierta en una reforma posterior.
Una puerta con arco de medio punto permite el acceso al interior. El coro de madera se disponía a los pies de la nave. Actualmente sin culto, no conserva elementos de gran interés. Esta y la cabecera se separan a través de un arco triunfal de medio punto. Todavía se mantiene el retablo mayor, de estilo barroco. Tiene una hornacina para la santa, flanqueada por columnas que han sido expoliadas. La imagen de la Magdalena se conserva en una de las hornacinas del retablo mayor de la iglesia de San Pedro.
En el libro El Señorío de Ayllón, Teodoro García aporta algunos datos sobre su origen: ya en el siglo XVI existía una cofradía de Santa María Magdalena en Saldaña de Ayllón. Era esta cofradía titular de una ermita junto al río Riaza. Ante su mal estado, en 1559 se decidió construir una ermita nueva con las rentas que había acumulado la cofradía durante tres años y que ascendían a 21.154 reales. Las obras se encargaron al maestro Pedro García, vecino del Burgo de Osma (Soria). La labra y la colocación de los sillares ascendía a 4.921 reales. 3.162 reales costó la construcción de los muros. La madera, el clavazón y el retejo fueron 1.385. La bóveda y el enyesado, 2.521. La piedra, su transporte y el de otros materiales ascendieron a 6.028 reales y las puertas y cerraduras costaron 842.
La cofradía era rica en heredades que proporcionaban jugosas rentas, pero durante la ocupación francesa fue privada de sus fondos. La situación se agravó, y en 1931 don Isaac García párroco de Ayllón e hijo de Saldaña se lamentaba de que la ermita ya había perdido todas sus posesiones y no había medios para mantenerla. Junto a ella está el cementerio de la localidad.