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Descripción
Esta antigua torre, convertida actualmente en icono de la villa, es en su origen una torre albarrana o baluarte del castillo, y sobre ella se construyó la espadaña del campanario de la desaparecida iglesia de San Martín.
Se trata de una torre almenada de planta pentagonal. Una estrecha y elevada bóveda permite el paso a través de ella, como si hubiera sido parte del recorrido del paseo de ronda. En la parte posterior, una sólida escalera de piedra sube hasta la puerta que permite el acceso a su interior. Sobre la construcción militar, se construyó una espadaña de dos vanos para albergar las campanas y remate triangular. A los lados y en el centro se disponen pináculos de bola. El toque de campanas marcaba el alba y el mediodía desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre. Los restos arrasados que hay junto a la torre son los de la iglesia de San Martín del Castillo, desaparecida a finales del siglo XVIII. Entre los dos arcos de las campanas había una alacena en la que se guardaba una caja con reliquias de distintos santos, entre ellas unas muy apreciadas pertenecientes a San Blas. El párroco de San Martín custodiaba la llave de la caja y la villa la llave de la alacena. Todavía se celebraba misa en 1780. La posición de la Martina permite contemplar unas vistas espléndidas del conjunto de la villa de Ayllón, de los campos circundantes y de las cumbres del sector oriental de la Sierra de Ayllón.
En sus cercanías se encuentran también las ruinas de la iglesia de Santiago. De su estudio se ocupó Pelayo Artigas, primer cronista de Ayllón, quien en 1928 publicó que todavía conservaba la espadaña en pie y el arco triunfal con sus capiteles, pero denunciaba que estaba siendo usada como cantera. También recogía la noticia de que aquí se veneraba una imagen de Cristo que se había trasladado a Santa María. Se trata de un templo románico de una sola nave y cabecera absidada, con el campanario construido a los pies de la nave. Ya estaba abandonado a mediados del siglo XIX. En la actualidad, solo se conservan los restos de los muros del ábside, parte del muro norte de la nave y el basamento de la espadaña que describió Artigas. Lo que vemos es el núcleo de calicanto de estos paramentos, una vez despojados de los sillares. El muro norte, por su parte, se construyó empleando tapial, siguiendo un sistema de encofrado similar al empleado en Los Paredones.