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Descripción
Situado junto al río Villacortilla, afluente del río Aguisejo, es uno de los corazones espirituales de la Sierra de Ayllón. Se trata de un templo barroco de una sola nave rematada con cabecera cuadrangular, con la espadaña situada a los pies.
El conjunto es de mampostería reforzada con sillares en los vanos y esquinas. Los paramentos exteriores estuvieron revocados, como puede observarse en un exvoto situado en la cabecera en el que aparece representada la ermita como fondo de la escena del milagro. La fecha del lienzo es 1768. Se accede por el lado sur de la nave a través de una puerta de arco de medio punto. La puerta original, según el mismo exvoto, era adintelada. En 1898 se le adosó un porche con tres arcos de medio punto, uno a cada lado. Seguramente, en este mismo momento se reforma la puerta.
La nave es más baja que la cabecera y se cubre con bóveda de lunetos algo rebajada. Entre los lunetos se sitúan motivos geométricos, como toda decoración. Los tres tramos de bóveda se separan con tres fajones, pintados en tonos ocres. Se abren ventanas en el primer y tercer luneto del lado sur.
El arco triunfal es de medio punto, como los otros tres que sirven para sustentar la cúpula con la que se cubre la cabecera. Esta es de media naranja sobre pechinas que descansan entre los arcos. Arcos, pechinas y bóveda se decoran con gruesas guirnaldas y otro motivos florales. El retablo mayor es de estilo neoclásico, de una sola calle con dos columnas a cada lado. Los capiteles son de orden corintio romano y sujetan el entablamento sobre el que se alza el remate, en cuya parte central se dispone una alegoría de la Santísima Trinidad en forma de triángulo. En la hornacina central se dispone la imagen del Padre Eterno sujetando al Hijo crucificado, sobre el que vuela la paloma del Espíritu Santo.
En la cabecera encontramos distintos exvotos, agradecimientos por los favores recibidos del Padre Eterno. Destaca por su calidad el lienzo al que ya nos hemos referido. En el se cuenta la milagrosa sanación de Santiago González, niño de diez años e hijo de Francisco González y Bárbara Pérez, vecinos de Estebanvela. Habían dejado los padres olvidado un azadón en las cercanías de la ermita, por lo que enviaron a su hijo a buscarlo. Ya de regreso, la pollina le derribó y se clavó el azadón en un muslo, produciéndose una herida mortal. Encomendado a la compasión del Padre Eterno, no tardó en sanar.
A este santuario acuden cientos de devotos a celebrar su romería el domingo después de Pentecostés.